Tania Campos Canseco
Mail: tccanseco@gmail.com y mi Facebook es @tccanseco
Cuando estudiaba en la ciudad de Monterrey, seguido iba con mis compañeros al corredor turístico y gastronómico “Los Cavazos”, ahí en carretera nacional (rumbo a Tamaulipas), en muchas ocasiones parábamos por ahí a comer en alguno de los múltiples restaurantes que ofrecían buffet de comida regional, o nos escapábamos a tomar fotos por el área de la Presa de la Boca y los riachuelos que la alimentan.
Una de las cosas que más disfrutaba cuando ya había terminado la carrera y andaba estrenando llantas y coche, era tomar un termo con agua bien helada, un par de barras de granola, mi cámara de fotos y agarrar carretera, muchas veces visité la Cola de Caballo, Allende, Montemorelos, pero hoy quiero que me acompañes a uno de esos viajes que fue especial para mí.
Según me dijeron unos lugareños, más arriba de la cola de Caballo, está “Laguna de Sánchez”, había que subir un camino empinado, pero con mi carrito nuevo, la verdad es que me sentía que podía conquistar cualquier carretera, brecha o camino de terracería.
Así pues, empecé a subir la sierra, admirando el paisaje, de hecho, en un tramo de la carretera caía el salto de agua que más abajo se convertiría en la cascada Cola de Caballo, seguí subiendo, había pocas indicaciones en la carretera, de pronto, me detuve un momento, pues me pareció ver destellos azules en las copas de los árboles que bordeaban el camino. Me encontré con una familia de pájaros azules, la verdad es que, en mi inexperiencia, desconocía que existían aves azules (más allá de los pavorreales), así que me quedé embobada, saqué mi cámara y empecé a intentar tomarles fotos, pero eran algo escurridizos, así que debo confesar que no saqué ninguna buena toma.
Sin embargo, hoy que estoy escribiendo acerca de esta experiencia me puse a buscar y creo que pudo ser una familia de Colorín Morado, en fin, que después de pensar que tenía buenas tomas (porque mi cámara en aquellos años era analógica), seguí subiendo la sierra, y por fin llegué a donde un letrero en el camino decía que era “Laguna de Sánchez”.
Menudo chasco me llevé, no se veía laguna por ningún sitio, no había agua a la vista, pregunté a los pobladores por la “famosa Laguna de Sánchez”, solo para aprender que esa dichosa laguna solo existe en temporada de lluvias, y se forma por acumulación de agua, y que en ese momento, al ser temporada de secas, no la iba a encontrar por ningún lado.
Así pues, tomé mi cámara, me comí mis barras de granola porque para esto ya había recorrido como unas dos horas o dos horas y media de camino desde Monterrey y me regresé al pueblo de Santiago Nuevo León, por cierto, te tengo una recomendación gastronómica. Si visitas Santiago, pueblo mágico, no debes dejar de comer en el Restaurante Las Palomas, está muy cerquita de la iglesia del pueblo, y es uno de los restaurantes de más tradición en el lugar, te aseguro que lo que pidas estará delicioso.
Sobra decir que después de ese viaje, ya no quise volver a Laguna de Sánchez, pero sí recorrí los municipios de Allende con su hermosa iglesia cuya cúpula está forrada de mosaicos rosas y azules, y también Montemorelos, cuna de las más ricas naranjas de la región citrícola de Nuevo León, donde se encuentra una imponente estatua de José María Morelos y Pavón, en un mirador desde el cual se domina la pequeña ciudad.
En todos esos lugares comí delicioso, me pasee sin temer la inseguridad, ni tampoco perderme, y te estoy hablando del año 2000 mucho antes de Google Maps. A veces siento que antes la vida era mucho más fácil, o tal vez éramos jóvenes y más aventados, no lo sé. Me sigo sintiendo joven, aunque ahora sí Google Maps me acompaña en cada nueva travesía.
En mi siguiente columna te hablaré de Xilitla y el Jardín Escultórico de Edward James. Te espero.
Qué hermosa historia! A veces los viajes no resultan como los imaginamos, pero sacamos de ellos lo mejor.
Habrá que agregar y compartir más viajes e historias! Abrazo