Tania Campos Canseco

Mail: tccanseco@gmail.com y mi Facebook es @tccanseco

El día de hoy les compartiré algunos viajes que desde muy pequeña hacía con mis papás, incluso antes de que nacieran mis hermanos (soy la mayor de 5). De vez en cuando, un fin de semana decían mis papás: ¡vamos a pescar! Ese era un gran motivo de regocijo para mí, porque significaba cuando menos playa, cañas, carnada, plomadas y mucha diversión, pero si se veían espléndidos incluía viaje por carretera y lancha.

Cuando tenía unos cuatro o cinco años (no recuerdo exacta la fecha) fuimos con mis papás y algunos de sus amigos de la universidad (todos estudiaban medicina) a pescar a la presa de Sombrerete, Zacatecas, nos quedaba algo retirado de Tampico, donde vivíamos, y la verdad es que no recuerdo cómo llegamos, lo que sí recuerdo es la lancha, la convivencia, las risas, y ser la única persona que pescó algo ese día (y no me refiero a un resfriado).

Después, cuando nos mudamos a Cancún se juntaron varias personas para comprar una pequeña lancha como de 12 pies de largo (3.6 metros, aproximadamente) con motor fuera de borda, donde nos subíamos unas 10 personas (entre niños y adultos) armados con nuestras cañas, nuestras carnadas, nuestras plomadas y un “fish finder”, un pequeño aparato tecnológico que nos indicaba en una pantalla verde con puntitos, dónde se encontraban los peces en nuestra travesía entre Cancún e Isla mujeres.

A menudo, durante esa travesía de unos 7-8 km pescábamos barracudas, dorados, sierras y llegando a Isla Mujeres siempre íbamos al mismo restaurante donde nos preparaban la pesca en forma de ceviche para comer en tostadas.

Recuerdo perfecto en uno de esos viajes en lancha cómo de pronto, al acercarnos hacia la punta sur de Isla Mujeres pasamos por “la licuadora”, un punto del Mar Caribe donde convergen varias corrientes y que hacían que la pequeña lancha en la que íbamos se sintiera como una licuadora, la lancha subía y bajaba al compás del mar, y de pronto solo veías paredes de agua cristalina a tu alrededor, un poquito aterrador, a decir verdad.

Muchas otras veces hemos ido a pescar en familia, a pie de playa, en lancha, e incluso hasta en botes algo más sofisticados que una lanchita, pero es algo que aprendí a hacer con mis papás y que aquí en La Laguna francamente echo de menos. Ahora las nuevas generaciones (alias mis sobrinos) están aprendiendo a pescar también, a disfrutar ese estar tranquilo mientras sostienes la caña esperando el tironcito que indica que ya picó un pez.

La última excursión de pesca con mi familia fue en diciembre de 2020, fuimos a un pequeño pueblo de pescadores en Yucatán llamado “El Cuyo” (un lugar maravilloso del que luego les contaré más), empezó a soltarse el aire más o menos fuertecito, estábamos pescando en la escollera, pero no picaba nada, el mar estaba revuelto, de ahí nos fuimos un rato a probar suerte al muelle, y para mi sorpresa pesqué un pez guitarra, era una cosa rarísima, jamás había visto uno de ellos, hasta lo tuve que buscar en internet. Nos dimos cuenta de que no era comestible, así que lo regresamos al agua, esa noche cayeron más gotas de lluvia que peces en la cubeta, pero lo que sí puedo asegurar es que la experiencia de ir a pescar en familia es algo que atesoro, y espero pronto volver a repetir.

Pez Guitarra

Y el mayor aprendizaje que me llevo de todos estos viajes de pesca es que, aún si no cae un solo pez, la pesca no es mala, porque te permitió relajarte, estar en contacto con la naturaleza, convivir con tus seres queridos y terminar el día mucho más feliz, por el mero hecho de haber estado escuchando el mar, o mirando las ondas sobre un río, una presa o un lago.

1 comentario
  1. Quetzalcoatl
    Quetzalcoatl Dice:

    Hola.

    Definitivamente se pierde la capacidad de mantenerse quieto, a la espera de una recompensa y justo como mencionas, si no llega, tuvimos un momento con nosotros mismos.

    Gracias.

    Responder

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *