CON TANIA CANSECO

Una de mis principales aficiones, distracciones o malas costumbres (según se vea) es jugar con el lenguaje, hacer juegos de palabras, crear palabras nuevas, o sacar de la chistera palabras antiguas de las que pocos saben el significado.

Hace rato iba manejando y leyendo todos los letreros del camino (como es mi costumbre desde que aprendí a leer), y me encontré con un letrero que decía Bracamontes, rumié un rato la palabra y llegué a la conclusión de que los Bracamontes están tan locos como una cabra montés.

De ahí seguí divagando y me puse a pensar en el origen de los apellidos, sabemos por ejemplo que Rodríguez es hijo de Rodrigo, Sánchez hijo de Sancho, Vásquez hijo de Vasco, pero lo que no sabes es el origen de Pérez, algunos muy inteligentes y sabihondos podrían decir que es el hijo de Pere (Pedro en Catalán) pero siguiendo con el hilo del pensamiento divergente que vino a mí con la Cabra Montés de los Bracamontes, llegué a la conclusión de que Pérez son los hijos de Esperanza, ya ves que dice el dicho “no te desesperes Pérez”, esto es porque un Pérez desesperado habrá perdido la esperanza, es decir a su mamá. ¡Qué profundo esto de jugar con las palabras!

Luego pensé en Mondragón, que es un vocablo francés que sí, justo habla de mi dragón, aunque no sé si los dragones hayan existido alguna vez e incluso hay algunos que se aventuran a decir que Quetzalcóatl era un dragón y no solamente una serpiente emplumada, ¡vaya usted a saber!

Otros apellidos como el mío Canseco, seguramente hace referencia a que se encontró por ahí un can que no estaba mojado, es decir un can seco, otros apellidos son toponímicos, hacen referencia a ciertos lugares como Montes, De la Torre,  Perales, Montaña y algunos decididamente reproducen los nombres de ciudades como: Segovia, Oviedo, Toledo, pero hasta ahora no he conocido a nadie que se apellide México, pero sí alguno que otro Quintana, como Andrés Quintana Roo, pero ahí fue al revés, el apellido de Don Andrés se puso como nombre a uno de los estados de la República Mexicana.

Estos juegos de palabras sin duda los aprendí de mi abuelo, Don Marcelo Canseco Quintana, un hombre sabio, divertidísimo, con un gran sentido del humor y a quien le molestaban particularmente las “malas palabras”, así se inventaba otras con el mismo significado pero que sonaran más suave, así nacieron pentonto, pentontejo, tarúspido y las combinaba con palabras antiguas como gaznápiro, mentecato, sinvergüenza, pero las que más recuerdo sin duda, fueron unas que creó junto conmigo en Cancún.

Debatíamos sobre las palabras “flojera”y “hueva” y él decía que esas dos palabras eran horrorosas una más que la otra, así que se le ocurrió inventar la palabra “floeva” para las damas y “huejera” para los caballeros, con el mismo significado de las palabras originales, es decir con desgana para hacer cualquier cosa.

En todo caso y terminando mi divagación de hoy que tiene muy poco de viajes o viajeros, el español es una lengua riquísima (y no necesariamente en taco), que está en constante evolución, y que mientras más la conozco más me enamora. Te invito a leer, para seguir descubriendo y amando tu lengua materna, sea esta el español o cualquier otra, y recuerda también que leer es viajar sin moverse del sofá.

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