• Los huicholes, son una de las culturas vivas más fascinantes en nuestro país
  • En su vestimenta, artesanías, curaciones y limpias plasman sus creencias.

Silvia Flores/ Torreón, Coahuila.

Los wixarikas mejor conocidos como huicholes, son un grupo étnico que habitan en el oeste central del país, en la Sierra Madre Occidental, principalmente en el estado de Nayarit, Jalisco y partes de la sierra de Durango y Zacatecas.

Son reconocidos por mantener una de las culturas nativas mexicanas más renuentes a las influencias forasteras. Su espiritualidad tradicional, incluye la recolección y el consumo del peyote, pues para ellos es su mayor maestro de curación, ya que tiene según sus creencias el poder de sanar el alma y limpiar el espíritu, al ingerirlo se conectan con su interior, pueden observar su pasado y detectar que es lo que los está dañando. La sustancia activa del peyote es la mescalina (alcaloide con propiedades alucinógenas), para los huicholes gracias a este pequeño cactus, se abre el portal mítico entre los dioses y los hombres, además simboliza la fuente de vida y el orden del mundo.

La comunidad de huicholes, viven de su saber ancestral. Foto: Silvia Flores.

Para esta etnia el venado es la figura más relevante en su cultura, pues es considerado el mensajero de los dioses y creador del peyote y el maíz, que son elementos con gran carga simbólica.

Los Huicholes están gobernados por una casta de chamanes que luchan épicas batallas en el terreno de lo sobrenatural o simplemente para asumir el lugar del gobernador o Marakame, “el que sabe”. Los chamanes se encargan de sanar y de restaurar el equilibrio, mediante diversas técnicas de sanación, este guía a una persona para que alcance un estado alterado de conciencia.

Eligio Aguilar Navarrete, chaman wixárika, originario de bancos de Calitique situado en el municipio de Mezquital, Durango, tiene más de 30 años haciendo limpias y curaciones, nos compartió la importancia del venado, su adoración por el peyote y su agradecimiento a este generoso ciervo, cuyo espíritu salvó a este pueblo a través de esta planta sagrada.

“Los ancianos nos contaban que hace mucho tiempo, en la Sierra, la gente se encontraba enferma, no había ni agua ni comida, no llovía y la tierra estaba bastante seca. Entonces ellos decidieron enviar a cuatro jóvenes con la tarea de encontrar alimentos y llevarlos a la comunidad. Cada uno de ellos representaba un elemento: fuego, agua, aire y tierra. Caminaron durante días hasta que, una vez, saltó detrás de unos arbustos, un venado grande y gordo”.

“Los jóvenes se encontraban cansados, pero, cuando vieron al venado, se olvidaron de todo y comenzaron a correr tras de él. El venado miró a los jóvenes y sintió compasión por ellos. Los dejó descansar una noche y cuando los jóvenes se encontraban cerca del cerro de las Narices, vieron al venado saltar en dirección al lugar donde habita el espíritu de la tierra. Juraban que habían visto al venado correr en esa dirección, y trataron de encontrarlo sin éxito. De repente uno de los jóvenes disparó una flecha, que cayó dentro de la figura de un venado, formada por las plantas de peyote que había en la tierra”.

“Los jóvenes decidieron cortar las plantas, formado la figura del Marratutuyari (venado) para llevarlas al pueblo. Después de caminar durante varios días, llegaron a la montaña Huichola, donde todos los estaban esperando. Los ancianos comenzaron a repartir el peyote entre la población y después de un tiempo, no sintieron más hambre o sed. Desde entonces, los huicholes adoran al peyote que, al mismo tiempo es venado y maíz, su espíritu guía”, narró Eligio.  

Los huicholes tienen diversas formas de expresión artística, basada en su cosmovisión que es plasmada en diversos objetos de uso ritual, sin embargo, estos se han ido convirtiendo en artesanía, una de las características principales de estas obras es su decoración llamativa y colorida.

Entre los objetos de artesanía se encuentran cuadros de estambre, objetos de chaquira como bules, violines, jícaras, tambores y trozos de madera con diferentes figuras. En estas piezas, los motivos más comunes son plantas y animales sagrados, dioses y escenas mitológicas. También se producen morrales y ceñidores elaborados en el telar de cintura, así como diversos bordados con diferentes estilos. Otras artesanías populares, tanto para el uso propio de los huicholes como para la venta son: los collares, aretes, pulseras y otras piezas realizadas con chaquira.

En cuanto a prendas, el traje masculino huichol es uno de los pocos trajes indígenas que presenta más decoración que la vestimenta de sus mujeres. Tanto las prendas principales como los complementos, se decoran con motivos bordados a punto de cruz de diferentes colores, estas sirven como oraciones o rezos visuales y protegen a los portadores de cualquier daño o mal. La elaboración de estas prendas va variando al diseño y tamaño de la vestimenta, sin embargo, en aproximación tardan entre 4 a 8 meses en el bordado de los elementos que portan cada una de sus prendas.

Con el objetivo de fortalecer y preservar la cultura wixárika, se creó la “Unión de Comunidades Indígenas Huicholas de Durango”, el artesano y productor Cruz Aguilar Ramírez nos comentó que por este medio, se pretende buscar un recurso comercial para que esta etnia, tenga más oportunidades económicas y se les de la importancia que merecen, pues su única manera de subsistir es mediante a la elaboración de accesorios, prendas y por medio de la realización de las curaciones y limpias.  Esta organización cuenta con más de 50 artesanos huicholes que buscan resaltar y darle difusión a su trabajo.

Actualmente en México existen 30 mil 686 hablantes de huichol. Esta etnia es una de las pocas culturas cuya cosmogonía, tradiciones y prácticas, permanecen casi intactas desde tiempos mesoamericanos, por lo que es de vital importancia darle la difusión e importancia que merece como patrimonio de nuestro país y nuestras raíces.

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