Tania Campos Canseco
Mail: tccanseco@gmail.com y mi Facebook es @tccanseco
En mi vida la música ha sido sin duda compañera de todos y cada uno de mis viajes, y no hablo solo de la que escucho en el auto cada que voy de un sitio a otro, sino de aquella que ha configurado mi existencia.
Te platico, según un diario que escribía mi madre cuando yo aún no nacía, hacia el último trimestre del embarazo, le gustaba ejercitarse al ritmo de “Physical” de Olivia Newton-Jones, de tal suerte que, ya fuera del vientre materno y con algunos pocos añitos, cada vez que escuchaba esa canción me echaba a llorar, desde entonces creo que le he tenido algo de manía a hacer ejercicio, como que no me gusta.
Después mi vida se llenó de música porque en casa de mis abuelos siempre había alguien cantando y tocando la guitarra, pero también en el tocadiscos (tornamesa, para los modernos) me deleitaba escuchando a Cri-Cri, y un poquito más grande los discos de Odisea Burbujas, Enrique y Ana, Timbiriche, Parchís, y también los de mamá de Joan Manuel Serrat.
Como a los 5 años, se me metió la idea en la cabeza de que quería tocar el violín, creo que a esa edad nunca había visto tal instrumento, pero a mi madre se le ocurrió meterme a un curso de iniciación musical para niños que se impartía en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, ahí aprendí a conocer y medio tocar algunos instrumentos como el piano, el xilófono, algunas percusiones, pero no había violín, eso sí me aprendí la canción que dice así:
Un gato / cayó en un plato / sus tripas se hicieron pan
Su cola se hizo fideo / su panza quedó de flan
Aún hoy me asombro de recordar esos versos infantiles, y se los he cantado a mis sobrinos alguna que otra vez, y nos reímos al pensar en el pobre gato.
A los 8 años por fin tomé mi primera clase de violín en la Casa de la Cultura de Ciudad Victoria, Tamaulipas, las horas más felices eran de 4 – 5 de la tarde, de lunes a viernes cuando el profesor Clemente nos ponía los ejercicios del método Suzuki para empezar a tocar el violín. Más adelante vino el profesor Eduardo, que había tocado en una orquesta nacional muy importante y a quien le horrorizaba que yo jugara basquetbol y tocara violín al mismo tiempo.
Algunos años después, en una nueva ciudad, batallé mucho para conseguir otro maestro de violín, entonces más o menos para tercero de secundaria empecé a agarrarle el gusto a la guitarra, mi abuelo me enseñó los primeros acordes, y luego bastaron los cancioneros de “Guitarra Fácil” para tocar y cantar canciones de Mecano, Maná, Enanitos Verdes, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat, entre otros.
Cuando estaba ya en la universidad me dio por componer dos o tres canciones, y hasta incursioné en un Festival de la Canción del Tec de Monterrey (donde estudiaba) con una composición mía y acompañada en la voz por mi inseparable amiga Erika Salazar, y en otra guitarra mi amigo Rodolfo que era ingeniero o algo así y con quien la amistad fue breve pero musical. No nos fue bien en el concurso, principalmente porque el micro de mi guitarra estaba apagado, y entonces cada uno se fue por su lado, así pasa.
Muchos años después de ese episodio, habiendo cantado en cuanto karaoke me he encontrado, habiendo cantado serenatas telefónicas a las mamás en su día (porque foráneos en Monterrey), y habiendo disfrutado mucho, mi querida Mónica me regaló un ukulele, ese instrumento hawaiano que de pronto se puso de moda, y como nunca lo había tocado, ni sabía muy bien cómo sonaba, me di a la tarea de averiguarlo, de buscar tutoriales (ahora con el YouTube es super fácil), y luego acordes, mi página de referencia para sacar acordes para guitarra, de pronto empezó a incluir también los acordes para ukulele, y me hizo muy muy feliz.
Así fue como empezó #ukuleletime un hashtag que me inventé para subir a Facebook las canciones que iba sacando, y así es como desde siempre, la música ha formado parte de mi vida, pues además de tocar instrumentos y cantar, no dejo pasar la oportunidad de sumergirme en alguno de los múltiples conciertos gratuitos que cada año se ofrecen en Torreón y sus alrededores.
Como dijo algún día Nietzsche: “La vida sin música sería un error”, yo también lo creo.
Coincido contigo , la música en mi vida es esencial para todo lo que hago.
Qué privilegio tocar un instrumento musical siempre he creído que son personas muy sensibles , me doy cuenta que la música y sus experiencias son pieza clave en tu vida! Saludos cordiales!
Muchas gracias por leer. Seguiré compartiendo historias cada dos semanas.
Saludos y que viva la música.