- Llena de tesoros que contienen años de historia, esta exposición causa un impacto en el Museo Regional de La Laguna.
- Un viaje a través de los siglos más importantes de la iglesia católica hasta la actualidad al alcance de los laguneros de manera gratuita.
Daniela López Pimentel / Torreón, Coahuila
La parte cultural de la ciudad de Torreón fue enriquecida una vez más con la adquisición de la exposición “Descubriendo el Vaticano, el Tesoro de San Juan de Letrán” la cual llegó a las manos del Museo Regional de La Laguna (MUREL) el 21 de junio y se quedará hasta el 5 de agosto, recibiendo al público de martes a domingo en un horario de 9:30 a 17:30 horas.
La exposición está compuesta por 105 piezas, las cuales están divididas en módulos en orden cronológico: el primero siendo una etapa inicial, que consiste en el génesis de San Juan de Letrán, el segundo mostrando una etapa del periodo bizantino más solidificado, el tercero enfocándose en la suntuosidad propia con los candelabros y ornamentos y por último, una etapa más contemporánea que cuenta la historia de los papas en el siglo XX.
Al comienzo, antes de entrar a la sala donde se encuentran todas las piezas históricas, se pueden apreciar algunas obras de arte, entre ellas destacando la estatuilla del “Buen Pastor” la cual es un emblema para el cristianismo, ya que representa la imagen que Jesús tenía para sus seguidores, aparte de usar al cordero como una alegoría del sacrificio y la inocencia.
Al poner pie en la sala principal, se le es bienvenido al visitante con un modelo de la estatua de San Pedro hecha de mármol y bronce, cuya versión original realizada por Arnolfo di Cambio en el año 1300, reside en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Justo abajo de ella se puede observar una maqueta del “Trofeo de Gaio”, el cual fue construido a finales del siglo II para honrar la tumba del apóstol San Pedro para después acabar enterrada por la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
A continuación, en una misma vitrina están dos estatuas: San Juan Bautista, hecha de bronce dorado y San Juan Evangelista, hecha de metal dorado y plata, ambas siendo de orfebrería romana y siendo colocadas juntas en el altar del papa en la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de Letrán.
En la sala contigua hay varios relicarios en exhibición, todos únicos, hechos con diferentes metales, piedras preciosas, tamaños y formas. Entre ellos están el relicario de la túnica de San Juan Evangelista, que va desde finales del siglo XII y el relicario del cilicio de la Magdalena, que va desde la segunda mitad del siglo XV. Al lado de este último relicario, cubriendo la pared se encuentra una pintura del año de 1574 de la Magdalena también, la cual se caracteriza por su toque renacentista que se puede encontrar en los detalles, como la perfecta proporción y profundidad, el apego al realismo, el dolor en la mirada, la perceptible conexión con la muerte y el uso de paisajes.
Conforme avanza la exposición, se puede notar el paso del tiempo y así, del arte, dejando atrás el perfeccionismo que buscaban en aquel entonces y dándose la oportunidad de probar nuevas técnicas de escultura y pintura, las cuales resultaron en un uso desproporcionado pero simbólico de los tamaños, hay un ejemplo de esto y es el mosaico de “Cristo Helénico” del siglo VI, que hace referencia al arte helenístico que es una combinación de elementos estéticos de la cultura asiática y occidental junto con la cultura griega.
Acercándose al final, la exhibición se enfoca en los ornamentos en el altar utilizados por los sacerdotes al momento de realizar la eucaristía, mostrando el detalle, cuidado y belleza con los que eran hechos: las telas bordadas con hilos de oro, crucifijos y candeleros hechos a mano, copas de plata y oro. Todo esto adquiere un nuevo significado si se toma en cuenta como antes, este tipo de arte necesitaba una línea de trabajo de varias personas y que tomaba bastante tiempo en terminarse, provocando que cada uno de los detalles tenga un motivo por el cual existir y no simplemente por la estética.
Por último, se muestran retratos de algunos de los papas que ha tenido el Vaticano y acompañando sus fotografías se encuentran varias de sus prendas representativas, como la mitra, el anillo del pescador, el solideo y más. Buscando hacer hincapié en cómo la iglesia tuvo que irse acoplando a las nuevas generaciones, en especial después de la guerra, cuando la fe en la población era casi nula.
“Descubriendo el Vaticano, el tesoro de San Juan de Letrán” ha traído a los Laguneros una oportunidad única de aprendizaje y apreciación del arte, esto se ha demostrado en la maravillosa respuesta de la gente, que se ha interesado en darse una vuelta por el museo e incluso registrarse para una visita guiada llena de información adicional proporcionada por gente experta y apasionada en el tema.
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