- ICOS, un brazalete destinado a solventar las necesidades y facilitar la comunicación de personas con espectro autista.
- Un ejemplo de la innovación tecnológica y robótica al servicio de personas con discapacidad.
28 de junio de 2023
Texto y fotos de: Ana Sofía Campos Frías/ Torreón, Coahuila
Max Eduardo García Esquivel, de 21 años, es exalumno de la Universidad Autónoma de La Laguna y actual estudiante del Tec de Monterrey, campus Monterrey, en la carrera de ingeniería en nanotecnología. Su esencia es de un Halcón de UAL y ha estado inmerso en distintos proyectos de innovación científica, tecnológica y robótica de la UAL, mismos que lo han posicionado como un auténtico talento y promotor de la tecnología puesta al servicio de las necesidades sociales.
Su primer acercamiento en la ciencia y tecnología fue a la edad de 14 años, en una academia de robótica de lego, que le proporcionó el aprendizaje de los conceptos base para después trascender en el equipo de robótica de la Universidad Autónoma de La Laguna y fungir como líder del equipo de programación. Su trayecto no se detiene allí, ya que posteriormente fue ascendiendo hasta convertirse en jefe de taller y culminó siendo capitán o mentor del equipo de robótica de la UAL.
Pero fue en el Hackathon donde se realzó su encanto por la robótica, ya que allí Max descubrió que lo que más le gusta de la robótica es construir dispositivos de ayuda. Por lo que inició con su primer proyecto, un prototipo de bastón ultrasónico para asistir a las personas con ceguera. El Hackathon cultivó en él, interés por desarrollar proyectos que promuevan la solidaridad y asistencia a aquellos que más lo necesitan a través de la tecnología, misma que provocó en Max un enorme sentimiento de satisfacción y dicha al recibir el agradecimiento de las personas.
Ahora, Max vuelve a resolver las necesidades y solventar las dificultades de personas con espectro autista con su brillante proyecto ICOS. Se trata de un dispositivo que ofrece asistencia en las tres áreas principales del autismo: la comunicación, falta de socialización y falta de flexibilidad e imaginación.
ICOS contribuye vitalmente en la parte comunicativa mediante un sistema llamado PEX, dicho sistema se encarga de intercambiar imágenes para después, al momento de ingresar una oración de acuerdo a la indicación del terapeuta, activar una interacción, creando luces y sonidos que intervengan para disminuir y calmar el estrés del niño. Todo aquello personalizado según las necesidades particulares del usuario y verificado por un terapeuta.
¿Cómo surgió la idea de desarrollar este proyecto?
Surgió por la inquietud. Después de hacer varios proyectos, siempre he tenido la duda de hacer algo con las personas con autismo, porque casi no hay información respecto al tema. De la mayoría de las discapacidades sí hay algo; pero del autismo está muy cerrado. Después conocí a Fernando, al cual le tengo mucha confianza y le dije que quería hacer algo con el autismo, así que empezamos a investigar.
¿Qué te motivó a elegir el autismo como foco principal para desarrollo de tu proyecto?
Elegí autismo para ayudar a una parte de la sociedad, la cual no tiene mucha tecnología para ayudarla.
Max se apoyó e inspiró en el maestro Fernando Torres y Silvia Romero, la cual les aportó información sobre el autismo. Buscaron asociaciones, hasta que encontraron al ID que les aportó la idea de un cuarto sensorial, el cual genera luces y sonidos para que el niño se sienta seguro y tranquilo. Su primera idea fue adaptar ese cuarto sensorial a algo portable y práctico, por lo que Max decidió complementar esta idea de proyecto con una de las terapias más utilizadas en el autismo, el sistema PEX para la comunicación mediante imágenes.
¿Cómo fue que creaste y diseñaste ICOS?
Está diseñado a partir de un microprocesador, en donde este se conecta a una pantalla para crear una interfaz. La interfaz representaría al PEX y por medio del touch se empezarían a crear todas las oraciones, y solamente mediante el reconocimiento de estas oraciones, lo que hacemos es empezar una interacción. Mandamos un pulso para que se active una secuencia de leds o sonido.
¿Cómo se utiliza?
El dispositivo es como un brazalete. Te lo pones, lo prendes y empiezas a hacer las oraciones. Tienes una serie de imágenes como tarjetitas y vas a empezar a hacer una oración. Cuando termines tu oración le das “play” y si es alguna de las oraciones que te dice el terapeuta pues se activa alguna de las interacciones.
¿Cuáles fueron los objetivos que pretendías alcanzar con ICOS?
Dar una solución mediante algo tecnológico a las personas con autismo; investigando qué ayudas con tecnología tenían ellos, solamente encontramos un robot que se llama Kaspar que sinceramente nosotros lo vimos y dijimos “da miedo”. También un robot que se llama Nao que se utiliza para terapias, pero tiene un precio que va hasta los cien mil pesos, algo inaccesible para cualquier familia. Vimos soluciones muy costosas o que no cumplían muy bien las necesidades, como las aplicaciones que, aunque eran gratis, no veían todas las necesidades. Vimos que todas estas soluciones no eran muy buenas y decidimos crear una nueva opción para ellos.
¿Cómo facilita la vida de una persona con autismo?
Mediante el sistema PEX, con el cual es prácticamente su comunicación y lo traerían de manera portable. No tendría que usar un IPAD con aplicación donde simplemente si se te cae, es el costo del aparato otra vez. Este es más resistente ya que la pantalla no es tan sensible y tiene un menor costo.
¿Cuál fue el mayor reto que afrontaste al momento de desarrollar tu proyecto?
El mayor reto fue poder hacer que las personas creyeran en el proyecto, porque para empezar les platicabas del autismo y en ese momento los perdías. Siempre era un “no”, o “no te entiendo”, o “no le veo utilidad”. Nos encontramos comentarios como “no lo intentes”, “busca otra cosa”, “ya es caso perdido”. Vimos que la gente prefería irse a otra parte que buscar una solución. Le tenían bastante miedo al tema.
Max tardó en desarrollar su proyecto alrededor de diez meses. Siendo la parte más tardada el proceso de investigación con cuatro meses de duración. Y finalmente, obtener el primer prototipo a los seis meses de trabajo, apoyado y asesorado por el maestro Fernando Torres y el doctor José Miguel Jáuregui. ICOS aún se encuentra en proceso de patente y Max espera que su proyecto se convierta en un producto presente en todas las asociaciones no solo de México, sino también que impacte mundialmente.
¿Ya ha sido utilizada en la vida cotidiana por una persona?
Ya se utilizó. Han tenido prácticas con el ID, donde se probó que funciona correctamente y sí, el niño solamente lo agarró e intuitivamente ya utilizaba la aplicación.
¿Qué mejoras o adiciones te gustaría implementar en ICOS en un futuro?
Hacer la electrónica más chica, ya que ahorita está muy arcaica con lo que se podía en el momento. Pero se está trabajando en que la electrónica sea más eficiente, que resista más y que literalmente que cualquier cosa que le pueda hacer el niño lo pueda aguantar.
¿Qué tan accesible es adquirir un ICOS?
Es más accesible que tener la solución más común, que es el sistema de PEX 4 en la IPAD, por lo mismo de que si el niño tiene el IPAD y se le cae, se la va a quebrar; y nuestro dispositivo aguanta más y es de mucho menor precio, además del añadido de las interacciones.
¿Qué significa para ti este proyecto?
Es el proyecto que más quiero. A pesar de que ya ahorita esté en universidad, siempre ha sido mi deseo continuar con el proyecto. Me importaba más que el proyecto se desarrolle bien y pueda llegar a las personas.
¿Qué piensas de la innovación tecnológica al servicio de personas con discapacidad?
Es vital y siempre se debe de enfocar a eso. No en toda la innovación tecnológica va a tener que estar la inclusión, pero siempre que se pueda, si hay alguien que puede crear tecnología, hay que intentar enfocarla a que se pueda utilizar, y se siente un gran alivio una vez que ves que esta tecnología no solamente funciona, sino que también está ayudando a alguien.
La innovación tecnológica de Max Eduardo García Esquivel es relevante, cuando destacamos que en México el uno por ciento de los niños tiene autismo, es decir 400 mil infantes tiene este diagnóstico.
En Coahuila los casos de autismo se han incrementado, el Gobierno Estatal atiende a más de 390 personas, de ellas 300 se atienden en Torreón y 90 en Saltillo. Por el lado de la Laguna de Durango, existen 120 niños con autismo en escuelas públicas.
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