- Fernando Montenegro cierra un capítulo en la UAL, dejando un ejemplo de entrega y liderazgo que inspirará a muchas generaciones más.
- Su legado se resume en una frase: «Estamos aquí para servir y servir bien, con calidad y compromiso».
Nathalia Mena / Torreón, Coahuila.
Tras 24 años de servicio en la Universidad Autónoma de La Laguna (UAL), Fernando Montenegro Velázquez se despide de la institución que lo vio crecer como estudiante, docente y directivo. Su trayectoria es un ejemplo de entrega, liderazgo y valores, dejando una huella imborrable en la comunidad universitaria.
Montenegro llegó a la UAL como estudiante de la licenciatura en Contaduría Pública. Desde sus primeros años, mostró un gran apego por la institución, no solo por la calidad académica, sino también por la calidez humana que encontró en sus maestros y compañeros. «Desde el servicio becario hasta mis clases, siempre sentí que esta universidad era mi hogar», recuerda.
Su compromiso y profesionalismo lo llevaron a incorporarse como contador general, el 6 de agosto de 2001. Con el tiempo, su talento y dedicación, le permitieron asumir mayores responsabilidades, hasta convertirse en Director General de Administración y Finanzas, puesto que ocupó durante una década. Durante su gestión, jugó un papel clave en los procesos de acreditación de la universidad, asegurando que la institución mantuviera los más altos estándares académicos y administrativos.
Entre los momentos más significativos de su paso por la UAL, destaca la tradicional discada de aniversario. «Es un evento especial porque nos une como comunidad, sin jerarquías, simplemente como una gran familia», menciona con nostalgia. También recuerda con especial afecto los cambios de rector, procesos que, aunque emotivos, le enseñaron la importancia de la adaptabilidad y el trabajo en equipo. «Son momentos de transición que implican un gran aprendizaje y un compromiso con la institución», señala.
Siempre tuvo un gran respeto y aprecio por el personal de intendencia y mantenimiento, reconociendo su labor como parte esencial del buen funcionamiento de la universidad. «Ellos son el alma de la institución, quienes con su esfuerzo diario hacen posible que todo marche bien», afirma.
Su decisión de emprender un nuevo camino laboral no fue sencilla. «El apego que tengo con la institución y mis compañeros hizo que fuera difícil separarme, pero al final, mi prioridad es el bienestar de mi familia», explica. Agradece el respaldo del rector, quien lo alentó a aprovechar la nueva oportunidad profesional. «Me dijo que entendía mi decisión y que siempre tendría las puertas abiertas», comparte con gratitud.
Montenegro desea ser recordado como alguien dedicado, honesto y amigable, alguien en quien se podía confiar. Además, quienes lo conocen bien destacan su gran sentido del humor y su habilidad para hacer que el trabajo diario fuera más ameno. «Los trabajos siempre continúan, pero las relaciones y los valores que dejamos en las personas son lo que realmente perdura», reflexiona.
Su legado se resume en una frase que deja como enseñanza para toda la comunidad universitaria: «Estamos aquí para servir y servir bien, con calidad y compromiso». Así, con gratitud y orgullo, Fernando Montenegro Velázquez cierra un capítulo en la UAL, dejando un ejemplo de entrega y liderazgo que inspirará a muchas generaciones más.
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