Tania Campos Canseco
Mail: tccanseco@gmail.com y mi Facebook es @tccanseco
El viaje no es solamente el desplazamiento físico de un lugar a otro, viajamos con los sentidos, viajamos con la imaginación, viajamos al exponernos a una obra artística, una serie, una película o un programa de televisión, viajamos al leer, al soñar, y por supuesto, también al viajar. Esta columna hablará de todo tipo de viajes que he realizado o que me gustaría realizar.
Sin duda una de las cosas que más me apasiona, además de la docencia, es poder viajar. Cuando estaba en la universidad, hacía tres viajes al año, ya que regresaba de la escuela a casa para ver a mi familia en diciembre, semana santa y verano, y de ahí se me quedó el gusto, o tal vez desde antes, cuando en un plot twist, de vivir en Cd. Madero, Tamaulipas, a mi papá le ofrecieron la posibilidad de irse a trabajar a Cancún, y el primer viaje que hicimos hacia aquel paraíso en la tierra, fue por carretera, recorriendo toda la costera del Golfo de México, desde Tampico hasta Cancún, pasando por Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán, para llegar por fin a Quintana Roo.
Esos viajes de tres días en familia que hicimos primero en un Malibú 1979, y después ya en otros vehículos, sin duda contribuyeron a que aprendiéramos a compartir, convivir, dormir unos encima de otros (mis hermanos y yo) e incluso a escuchar y familiarizarnos más con la música que más les gustaba a nuestros padres.
En el primer viaje que hicimos en diciembre de 1989, recuerdo que tuvimos que reparar las 4 llantas del coche, ya que en diferentes puntos del camino se fueron ponchando una a una, la última como a dos o tres horas de llegar a nuestro destino y de madrugada, en un lugar bastante despoblado, con los zancudos y el calor a todo lo que daba, a pesar de la época del año, pero como siempre nos ha pasado, hubo un buen samaritano que llevó a mi papá hasta la vulcanizadora más cercana y después lo trajo de vuelta con la llanta ya reparada, para que pudiéramos continuar nuestro viaje.
Los viajes en familia se repitieron por varios años, hasta que cada uno de los hermanos empezó a despegar en su vida de adulto independiente y responsable, pero sin duda, atesoramos esos momentos en que nuestro espacio completo era un auto, o ya en otra temporada una van, en la que todos íbamos sonriendo, cantando, comiendo y disfrutando del paisaje.
Un viaje que estoy seguro que disfrutaré con cada publicación.
Hola, que gusto leer este texto, pues gratamente me conecté a mi propia experiencia, a esos viajes de familia, pero también a esos viajes profesionales, si con mucha alegría, con nostalgia, con temores, incertidumbres, etc. Gracias Tania, gracias por «llevarme» nuevamente en ese viaje de recuerdos a todas esas experiencias sobre los viajes.